CUANDO EL ENFERMO NO SANA … ¡HUYE!

Por: Carlos Rodríguez Polanco.

Bajar por el ascensor de servicios desde el piso 37 nunca había sido tan difícil, el insomnio de los últimos días mezclado con el terrible “pudín” que se había llevado por estar husmeando entre los papeles todavía la tenía confundida, el ascensor seguía bajando y ella pensaba que lo único que no podía bajar más era su imagen como gobernante…de las más de 140 mil firmas ya no quedaba nada, su credibilidad se fue al piso y para colmo se acababa de enterar que habían pagado casi un centenar de cuentas y a ella ni siquiera le habían dado sus papeles.

Por fin el ascensor llego al lobby, ese mismo que hace ya algún tiempo sirviera de ring de kickboxing entre un secretario y el mismísimo señor del 37, allí se encontró con su nuevo mejor amigo, el cual llegó con una caja de arroz chino como ofrenda, él al notarla tan triste le preguntó que tenía y si podía ayudarla, ella solo le alcanzó a susurrar…

—No sé qué hacer.

Fíjate que casualidad, le dijo seguidamente el nuevo mejor amigo, yo tampoco supe nunca que hacer, pero me inventé que me iba a ahorcar y con eso me salí del problema, vamos a decir que si no “Sanas a Soledad”, tú te vas a ahorcar, ella lo quedo mirando y en medio de su tribulación alcanzo a balbucear:

—Nombe, ese cuento está muy trillado y ya nadie me lo va a creer, mejor invéntate otra cosa.

Inmediatamente y casi sin pensarlo como acostumbra actuar le dijo:
—Lo tengo, vamos a inventarte una distinción y que sea internacional, háblate con la seño, que ella es buena pa´eso.

— Eso sí me interesa, dijo la doña y ojalá sea lejos para olvidarme de todo esto.

— ¿Te parece en África?
— No señor, de “Africano” no quiero saber nada.

Al llegar a su casa la seño la estaba esperando, ella ya tenía la planeación de todo, le había conseguido una designación para una vaina que no le explicó porque tampoco la iba a entender como en la mayoría de las veces, eso sí le dijo que tenía que dejarla encargada, a lo cual ella le interpeló.

—No mija, tú sabes que eso también lo decide el jefe, habla con él, pero ajá explícame que es lo que tengo que hacer, que yo soy buena para hacer mandaos.

—Bueno mira, es una designación para que seas Embajadora Mundial de Ciudades Sostenibles.

—¿Y eso con que se come?

—Viste que no ibas a entender, aprovecha que ningún alcalde de Colombia quiere ir, porque están y que, trabajando por sus municipios, soltando una estruendosa carcajada continúo diciendo, yo te escribo un poco de vainas, tú las empiezas a decir por todos lados y ya.

— ¿Y con eso la gente se olvidará de Tauro?, ¿Del Catastro?, ¿De la Becas?, ¿De los viejitos?, ¿De la 550?, ¿De los informes que no hemos presentado? y ¿Y la OPS que no hemos dado?

— Arajo mija no pidas tanto, le responde la seño, tú no hagas nada como siempre y yo te organizo todo.

Y efectivamente la seño le tenía todo organizado, ya había proyectado la carta para pedir permiso al Concejo, le había comprado los tiquetes con plata del municipio, le organizó la estadía y hasta le asignó unos recursos del erario para los viáticos, lo único que tenía que diligenciar ella era el permiso con el Senador y ahí lo más difícil era subir los 37 pisos por el ascensor de servicios, pues todo el mundo sabía que al fin y al cabo él era el que mandaba en Soledad.

Alcira nunca imaginó que iba a ser tan fácil escapar de sus responsabilidades, incluso en un momento pensó en pedir un asilo permanente en Francia, pero por acoso laboral e ignorancia supina no dan ese tipo de privilegios, prometió entonces asistir, aunque eso sí exigió, que por lo menos le bajaran una aplicación de traducción del francés al español, porque lo único que ella sabía decir en ese idioma era Bonyur, que según ella quería decir Yogurt con Cereales….

La seño la miró con compasión, sonrió sarcásticamente y le dijo:

—No te preocupes mijita, tú allá tampoco tienes que hacer nada…!

C O N T I N U A R Á…