Por: Arturo García Medrano
La violencia criminal en el Departamento del Atlántico ha alcanzado una cifra dramática. En el Barrio El Santuario, un joven de 22 años fue asesinado al regresar de un funeral, un incidente que refleja un incremento de la violencia no visto en al menos una década.
Esta situación es aún más alarmante considerando que en el Área Metropolitana de Barranquilla no se había registrado algo similar en muchos años.
De las 21 muertes violentas registradas recientemente, 20 fueron cometidas con armas de fuego. Estos homicidios se distribuyen de la siguiente manera: 12 casos en Barranquilla, 4 en Soledad, 3 en Malambo, y 1 en Puerto Colombia y Galapa, respectivamente. Un caso adicional en el Barrio San Felipe de la capital estuvo relacionado con la extorsión y fue abordado por las unidades del Gaula.
Estas cifras alarmantes se han acumulado en prácticamente 4 días del mes de agosto de 2024. No se necesitan boletines ni estadísticas oficiales para percibir la magnitud del problema; los incidentes se pueden ver casi en tiempo real en las redes sociales. Es una situación preocupante por el dolor y la tristeza que genera tanto en víctimas con antecedentes criminales como en inocentes.
La tragedia abarca a mujeres como Dudiannys y Wendy, y a dos menores cuyas vidas fueron truncadas por balas asesinas en los barrios de Villa Flor en Barranquilla y El Carmen de Malambo. Estas cifras representan seres humanos, vidas que se pierden y que deberían conmover a la sociedad.