Este martes 20 de diciembre falleció a los 89 años en Bogotá la barranquillera Hilda Strauss, empresaria y presentadora, pionera de la televisión comercial colombiana.
Nacida en Barranquilla, fue una de las iniciadoras de la televisión en Colombia y también hizo parte de la radio. Desde hace 37 años emitía su programa La radio de Hilda Strauss.
Fue autora de libros como Evolución, el único camino; La vida mística de Jesús y Secretos de la energía positiva, entre otros.
Y precisamente hace unos 10 años, en una Feria del Libro de Bogotá, Hilda Struss Cortissoz fue la sensación. A su llegada a Corferias, gran cantidad de seguidores se le acercaron. Fue necesaria la escolta de dos policías para que pudiera ir hasta el salón donde iba a presentar uno de sus libros de espiritualidad.
Ella, como dice Édgar Hozzman, escritor y periodista, “era una dama muy cálida y amable” y así era con sus seguidores, que ya van por la tercera generación gracias a ‘La radio de Hilda Struss’, donde les hablaba de temas espirituales y de la forma de ser mejores personas.
Porque a eso se dedicó Hilda Strauss buena parte de su vida. Contaba que “la inquietud espiritual es algo que nace con uno, permanece en la vida y madura y se manifiesta de muchas formas. De niña, una de mis fuentes fue mi papá, un alemán honesto y objetivo que hablaba con nosotros del tema con normalidad cotidiana. Luego, conocí guías espirituales con misiones preciosas, viajé bastante, he meditado mucho, completando y enriqueciendo esa vocación de investigación de los temas sobrenaturales”, dijo en una entrevista con EL TIEMPO.
Hilda Strauss nació el 22 de octubre de 1933 y era nieta de Ernesto Cortissoz, uno de los forjadores de la aviación comercial en Colombia. A su manera, voló tan alto omo su abuelo.
Durante su vida fue modelo, locutora radial y presentadora de televisión. Y también formó su empresa de productos naturales.
De su vida radial, contaba que fue su amigo Ricardo Char quien en un desfile de modas en Barranquilla, en el que ella participaba, le pidió que “dijera algo” y al parecer lo hizo bastante bien porque desde ese momento empezó a educar su voz para este medio. Con orgullo mostraba su licencia de locución, la 2229 del Ministerio de Comunicaciones de Colombia.
Madre de tres hijos, Hilda Strauss se separó muy joven y empezó a trabajar para sacarlos adelante. En 1965 entró a la televisión, hacía comerciales en vivo de cigarrillos Piel Roja y Naranja Postobón, gaseosa que ofrecía en su casa, así como de postres, y como no tenía con quién dejar a sus hijos, los llevaba a los estudios, con la orden expresa de manejarse bien mientras ella hacía sus labores.
También, presentaba programas de moda e infantiles. Para los primeros, veía lo poco y nada que llegaba de los desfiles de las grandes marcas, realizados en París, Roma o Nueva York, y lo que ofrecían las revistas de la época.
‘La Radio de Hilda Strauss’ nació en 1985. Ya la reconocida locutora había pasado por espacios radiales de las grandes cadenas donde la mujer no era muy tenida en cuenta pero donde empezó a hablar de medioambiente, espiritualidad y temas esotéricos. La criticaron mucho e incluso le exigían las fuentes.
“En el pasado, la vida sana, la ecología y la verdadera espiritualidad se veían como contenidos poco elegantes, cosa de brujos; hoy, se sabe más del budismo o de la meditación”, contaba.
En su programa, de lunes a viernes de 9 a 11 a. m., también se fue dando el relevo generacional. Sus hijas Irene e Irma, y su nieto Nicolás Bejarano aprendieron de ella y seguirán al frente de esta propuesta que, como decía Hilda Strauss, “no le compite a las grandes emisoras”, pero que tiene su público fiel.
Armando Plata Camacho, reconocido hombre de radio y televisión, y presidente de la Asociación Colombiana de Locutores, escribió en sus redes: “Fue benefactora permanente de la ACL y bajo su presidencia se realizaron numerosas mejoras a nuestra sede y siempre fue una defensora de la agremiación”.
Su memoria, además, era prodigiosa. Recordaba a los grandes personajes de la radio y la televisión. Incluso a Seki Sano, a quien trajeron a Colombia para entrenar actores, fue su maestro y ella lo tenía en su mente.