Hace unos días Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, pidió a Salvatore Mancuso contar las verdades del conflicto armado. En una carta enviada desde Estados Unidos, el excomandante de las AUC le respondió que, aunque lo quieran asesinar, les dará la cara a las víctimas.
“Es importante informarle Padre de Roux, que he denunciado desde hace varios años una inocultable realidad, relacionada con la evidente e indiscutida posibilidad de que se adelanten atentados contra mi vida. Nunca habíamos visto a casi todo el aparato estatal perseguir política y jurídicamente a una persona, todo por lo incómodas que han sido y siguen siendo mis verdades, pues pretenden silenciarme a como dé lugar”.
Con esas palabras, el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso, desde una cárcel en Georgia (Estados Unidos), respondió a la reciente llamada del sacerdote Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad. En una entrevista con la periodista María Jimena Duzán, de Roux invitó a Mancuso para que hablen “cuando, donde y a la hora” que él quiera, todo para que describa los detalles ocultos de la historia del conflicto armado, en cuanto al aparato paramilitar que lideró Mancuso como líder de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Salvatore Mancuso fue extraditado en 2008 a Estados Unidos, acusado por narcotráfico en Norteamérica. En los últimos meses se movió su situación judicial, pues Colombia lo pide en extradición, sin embargo, el exjefe de las AUC pidió ser deportado a Italia, país donde tiene nacionalidad. Para Mancuso, su posible regreso al país significaría prácticamente su sentencia de muerte: “me han solicitado en extradición para llevarme nuevamente a prisión, para poder torturarme y asesinarme y así silenciarme definitivamente”, dijo en la carta a De Roux.
¿Quién estaría detrás de las amenazas que denuncia Mancuso? De acuerdo con el excomandante paramilitar, “unos poderosos” buscan “complots criminales” en su contra. Según las cuentas desplegadas en la carta a De Roux, desde 2005 han asesinado a 3.600 desmovilizados de las AUC y sus familiares, muchos de ellos torturados o envenenados en las cárceles colombianas. Sin embargo, Mancuso se comprometió a hablar a pesar de las circunstancias: “las víctimas me necesitan vivo desde cualquier parte del mundo para poder continuar cumpliéndoles, de nada les sirvo asesinado en Colombia”.
El sacerdote Francisco De Roux, por su parte, aseguró en entrevista que activará todos los medios para escuchar las versiones del exparamilitar: “Estoy dispuesto a ir donde sea, nosotros sí queremos que esto empiece. Pero no me lo mande decir por tercera persona, para nosotros es importantísimo lo que usted quiere decir. Estamos buscando a responsables que tengan el coraje de decir la verdad, no nos debe dar miedo de la verdad. La verdad debe generar esperanza, y con esto no invito al odio y ni a los señalamientos, esto es necesario para que comprendamos que eso no puede seguir pasando”.
En respuesta, Mancuso dijo que desde 1997 “comprendió” que la guerra no era el camino correcto, sin embargo, la justicia transicional a la que se acogieron los paramilitares recién inició en 2005, trámite en el cual dejaron las armas más de 30.000 combatientes, de acuerdo con cifras del Alto Comisionado para la Paz. Durante los años que ha estado en prisión, cuenta Mancuso, ha advertido la necesidad de establecer un proceso público de reconocimiento de verdad, a través de audiencias denominadas “Cara al País”. De acuerdo con el exjefe paramilitar, miembros del Estado no quieren que se conozcan los detalles más oscuros del conflicto.
“Tampoco consideró (el sacerdote De Roux) otro asunto planteado y que es innegociable, consiste en que la verdad sea reconstruida y contada de forma completa entre todos los actores del conflicto, exguerrilla, exautodefensas, terceros civiles, miembros de las fuerzas públicas activos y no activos, agentes de Estado de facto, políticos. Todos… con las víctimas y los medios de comunicación como testigos, además del acompañamiento de organizaciones internacionales. Y al hacerla pública, se conocerá la verdad completa, sin sesgos ni amañamientos, asumiendo las responsabilidades por cada uno de los actores involucrados”, aseguró Mancuso.
El exjefe paramilitar, a quien se le acusan más de 70.000 hechos criminales durante el periodo 1995-2005, le propuso al sacerdote De Roux organizar espacios de reconocimiento y no repetición en distinto lugares del país, que inclusive cuenten con el registro internacional. “Es el momento histórico para profundizar este trabajo que ya hemos arrancado y que el país y el mundo apoyen el mismo. El tiempo de la Comisión de la Verdad es corto, y por respeto a las víctimas debemos pasar a la acción”, dijo Mancuso. La comisión fue creada en 2017, en el marco de los Acuerdos de Paz, con el objetivo de que en el presente año rinda un informe final sobre el conflicto armado.
Para Mancuso es importante, por ejemplo, que a las audiencias propuestas asistan los antiguos comandantes de los bloques de la extinta Farc, donde también operaban los frentes de las Autodefensas. De hecho, el pasado 27 de febrero, el partido Comunes -antes FARC- dio a conocer una llamada entre Salvatore Mancuso y el congresista Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko, en la cual se acordó un diálogo abierto ante la Comisión de la Verdad. Aunque no fue la primera vez que ambos excombatientes conversaron, cabe destacar que se trata de los dos principales actores del conflicto armado colombiano que aún están con vida.
“Cada uno tenemos una partecita de la verdad de lo que nos pasó en este conflicto y necesitamos esa verdad, esa parte que usted tiene y necesitamos que la JEP lo escuche, necesitamos que la Comisión de la Verdad también lo escuche, porque es así de la única manera que podemos construir ese monstruo que fue la guerra en Colombia a través de la parte que tiene cada uno en este rompecabezas”, le dijo Rodrigo Londoño a Salvatore Mancuso, en una llamada de 12 minutos. “Lo más seguro es que van a buscar silenciarlo, van a buscar matarlo y eso nos toca preverlo”, le respondió el exjefe paramilitar.